lunes, 26 de noviembre de 2012

Aniversario de la catástrofe del Prestige

El 13 de noviembre de 2002 un petrolero con 77.000 toneladas de fuelóleo se encuentra a la deriva frente a las costas de Muxía. Comienza así la catástrofe del Prestige.

El Prestige era propiedad de una sociedad con sede en Liberia, Mare Internacional, que, con el fin de limitar su responsabilidad, poseía un solo barco. Esta actuación es habitual en los buques controlados por las navieras europeas, que crean sociedades fantasma con este fin. Las leyes de Liberia no permiten conocer con seguridad la identidad de los dueños de Mare pero los armadores eran griegos.

El Prestige se encontraba registrado en la Autoridad Marítima de las Bahamas. Este Estado, al igual que muchos otros, ofrece pabellones de conveniencia a los armadores de todos los países, proporcionándoles ventajas fiscales y administrativas y un menor control sobre seguridad. El petróleo que transportaba pertenecía a una sociedad comercial llamada Crown Resources, registrada en Gibraltar en 1996. Crown Resources es propiedad del grupo Alfa Group Consortium, cuyos intereses van desde el petróleo al comercio, la agroindustria, las telecomunicaciones y los medios de comunicación.

El cofundador del grupo es el multimillonario ruso Mikhail Fridman, que hizo su fortuna en la privatización del patrimonio del Estado ruso. El otro cofundador es Pyotr Aven, ex ministro de asuntos exteriores. Como es habitual en el negocio del petróleo en la antigua URSS, existen relaciones mafiosas dentro de alguna empresa del grupo Alfa, como Tyumen Oil. El grueso de la tripulación eran filipinos con escasísima preparación y casi nulos derechos sindicales.

El barco había sido revisado en el 2001 en Guandong (China) en una laboriosa reparación que obligó a soldar partes importantes en su chapa. En el 2002 había sido revisado en Abu Dabi, en ambas ocasiones por la empresa Americam Bureau of Shipping. ¿Puede imaginarse una clase práctica más completa de lo que es la globalización salvaje?. La consecuencia de esta irracionalidad es el vertido, beneficios privados, daños colectivos.

El producto que transportaba el Prestige era fuelóleo, un residuo pesado de la destilación del petróleo crudo. El hecho de ser un residuo pesado hace que el vertido sea más dañino en comparación con los de crudo, ya que del orden de un 50% de estos últimos son compuestos ligeros (tipo gasolinas o gasóleos), que se evaporan en cuestión de horas tras el vertido. Este fuelóleo se usa como combustible en centrales térmicas -para producir electricidad- o en calderas industriales, y para alimentar motores diesel de gran potencia, como los de los buques.

Los efectos del vertido se traducen en una reducción de la biodiversidad en las aguas y costas afectadas por vertidos. El vertido reduce la producción primaria neta del fitoplancton, ya que, por una parte disminuye la intensidad de la luz que llega a éste, reduciendo la fotosíntesis y, por otro lado, su carácter tóxico afecta a los organismos. El zooplancton se ve perjudicado por la menor cantidad de fitoplancton disponible como alimento y, además, al ingerir el fuelóleo sufre los efectos tóxicos. El plancton, ingerido por otras especies marinas, contamina a éstas y la contaminación se extiende por todas las cadenas tróficas presentes (moluscos, peces, aves marinas...). En los moluscos filtrantes, como los mejillones, se produce una acumulación de hidrocarburos que alcanza rápidamente niveles tóxicos.

El fuelóleo y su emulsión colmatan las branquias de los peces, provocando su asfixia. El fuel se adhiere también a las plumas de las aves marinas, pegándolas entre sí -con lo que se dificulta o impide el vuelo-, y obstruyendo a la vez la salida de las glándulas que excretan los productos impermeabilizantes que permiten a las aves flotar y resistir el frío del agua. El agua entra en contacto con la piel de las aves, y muchas mueren de frío. Al intentar limpiar su plumaje manchado, las aves ingieren fuelóleo, y se intoxican, sufriendo daños renales, hepáticos, pulmonares e irritación intestinal.

Hay también un cambio en la flora y fauna, con una sustitución de especies sensibles por otras más resistentes y/o oportunistas. Se produce, así, una regresión del ecosistema afectado a etapas menos maduras. Por ello el vertido afectará directamente a todos los seres vivos que colonizan las aguas afectadas (Galicia, Asturias, Cantabria, Euskadi, costa francesa).

Si tremenda fue la catástrofe, impresionante fue la respuesta de la sociedad, muy especialmente de pescadores, mariscadores y voluntarios que se volcaron en las tareas de limpieza... frente a unas administraciones central y autonómica al principio desaparecidas e insistiendo en minimizar la catástrofe, y descoordinadas y faltas de reflejos para resolver el problema después. En pocas ocasiones el poder y sus intentos de ocultar la realidad se han visto tan claramente superados por los hechos.

El surgimiento de la plataforma "Nunca Mais" fue la expresión de la autoorganización y la protesta llegando a realizarse movilizaciones impresionantes como la manifestación de Santiago (pero también en Vigo, La Coruña, Ferrol...). Todas ellas en los últimos días del año 2002. Durante muchos meses del 2003 año continuaron las actividades de protesta que quizá tuvieron su punto culminante en la manifestación celebrada en Madrid el 23 de Febrero, justo una semana después de la manifestación contra la guerra.

Más de trecientas mil personas, según casi todos los medios de comunicación desfilaron desde Atocha hasta la Puerta del Sol exigiendo responsabilidades por la catástrofe. En esta, como en otras manifestaciones la presencia del mundo del espectáculo resultó descollante. Con motivo del aniversario del suceso, de nuevo las calles de Santiago de Compostela fueron escenario de importantes movilizaciones. Las banderas de "Nunca Mais" seguían presentes, muchos meses después, en miles de viviendas gallegas.

En las tareas de reparación la presencia de voluntarios fue todavía visible e importante durante varios meses. La presencia del ejército y de cuadrillas remuneradas, así como el avance de la propia limpieza fue haciendo menos necesaria su participación. A resaltar los paulatinos intentos de los Gobiernos central y gallego de reducir en la etapa final el número de voluntarios, que mostraban a las claras su incompetencia y actuaban como incómodos testigos de cargo contra la pretensión de que todo estaba ya arreglado.

El accidente del Prestige dejó muchas lecciones. Una de ellas, es que no fue un accidente imprevisible, sino la consecuencia directa de un modelo globalizado y desigual que depende de los combustibles fósiles para funcionar. El grito de Nunca Más está lejos de ser una realidad, como explica Ecologistas en Acción en un documento que publica hoy.

 El chapapote, que cientos miles de personas recogieron en las costas de Galicia y en el resto de territorios del cantábrico, puso olor y textura a las miserias de un modelo económico que depende del petróleo y otros combustibles fósiles para su funcionamiento diario. Esta dependencia tiene múltiples consecuencias, a veces se llaman Prestige, otras cambio climático, otras, accidentes en plataformas petrolíferas y en otras tantas ocasiones, guerras y expropiaciones forzosas.

Ecologistas en Acción presenta el documento "¿Nunca Más?", en el que repasa con datos actualizados las principales actividades relacionadas con los combustibles fósiles que suponen una amenaza continua para las personas y los ecosistemas. Prácticas como el transporte del petróleo a nivel mundial, el bunkering o el refinado.

El documento también pretende poner encima de la mesa algunas peligrosas iniciativas a nivel europeo, como las salientes de los planes energéticos derivados del Tratado de Lisboa. Y también estrategias a nivel estatal, como la nueva política de infraestructuras (PITVI) o las prospecciones de fractura hidráulica para la obtención de gas natural.

Todas ellas no dejan de ser huidas hacia adelante en un modelo económico que provoca injusticias sociales y ecológicas y que en un momento de crisis como el actual pone por delante la maximización de beneficios en lugar de alternativas verdaderamente sostenibles. En este sentido, el documento presenta brevemente para concluir algunas de las alternativas que se vienen trabajando y promoviendo desde Ecologistas en Acción para conseguir un modelo energético justo y sostenible.



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