jueves, 13 de febrero de 2014

Si no saben nadar, ¿para qué lo intentan?

El Ministerio del Interior ha prohibido que durante el carnaval alguien se disfrace de Guardia Civil. Vale, de acuerdo, acatamos la orden, pero entonces también estamos en nuestro derecho de exigir que un opusino machista no se disfrace de ministro de justicia, ¿no? O que un inquisidor escaso (escaso de luces que no de maneras totalitarias) no lo haga de ministro de educación y cultura. No queremos que un torero se ponga el traje de superhéroe infantil ni un presidente el de dos dimensiones con carne de plasma durante las comparecencias de prensa. Pedimos que una infanta no pueda vestirse con el de tonta por amor ni un padre rey con el de prestamista a un yerno de cuyos tejemanejes decía sospechar.

No les sale de los tricornios que nos metamos por los pies el disfraz de agente de la benemérita pero cada mañana nos entregan el de idiotas para que nos los embutamos desde la cabeza... Tengo que morderme las yemas de los dedos para no teclear el calificativo que a mi juicio se merecen. También en febrero puede ser 14 de julio. ¿Seremos capaces de encontrar en nuestro ropero el traje de Ciudadanos? Si nos lo ponemos seguro que esa mujer ataviada con el de alcaldesa capitalina repetiría con el mismo desprecio la reflexión que dirigió a los jueces: "la tendencia judicial de dejarse llevar por el sentir de la calle es algo propio de la Revolución Francesa". Toma relaxing cup of democratic fascism.

Aunque bien pensado este año, en vez de disfrazarnos de guardia civil, sería más digno que lo hiciésemos de espalda mojada ahogado en Ceuta. Puesto a elegir prefiero flotar en el agua que lucir color verde bajo la dirección de Arsenio Fernández de Mesa. Y ahora, Director General, queréllate si quieres que me da lo mismo, yo no pienso comerme mis palabras, para digestión ya es suficiente con la tuya metabolizando lo que presuntamente te has zampado de los vídeos. "No hay nada que ocultar", dices. Ya, pero de momento lo que sí hay son cuerpos que enterrar.


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